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lunes, 16 de marzo de 2015

PERFECTA

PERFECTA

La piscina se vería salpicada con las primeras hojas del otoño, el césped con un verde intenso, impecable como siempre y seguramente el aire jugueteaba con las hamacas del porche a su antojo.
Elsa se encontraba de pie junto al ventanal, la mirada opaca, los ojos irritados de ignorar las lágrimas, recordaba con angustia como si fuese ayer sus disputas con Fernando, su marido durante más de quince años.

-Vamos Elsa,-repetía –Deja de obsesionarte. Sabes que te quiero tal y como eres, ¿lo sabes, verdad?
-¡Ya basta Fernando! Así no me ayudas, sabes que será la última vez, lo necesito.
-¡Ja, la última! No me hagas reír es la cuarta “última” vez que te oigo decir. Estas trastornada, me asusta tu falta de sentido común.
-Por favor no empieces de nuevo con eso, estoy en las mejores manos, ya has visto los resultados anteriores ¡Son espectaculares!
-No te entiendo Elsa, estas cambiando. Quiero que regrese la mujer divertida y risueña con la que me case, cada día te reconozco menos.
-No te pongas melodramático Fernando, no va con tu carácter. Te prometo con esta intervención pondré el punto y final y después haremos ese viaje por Europa.
-¡Promesas, promesas! ¡No lo soporto! Quiero que no vuelvas a pisar esa maldita clínica con su embaucador Dr. Marcos a la cabeza.
-No te consiento que digas eso del Dr. Marcos, el no tiene nada que ver con mi decisión
-¡Ja! No me hagas reír, desde que lo conociste no ha hecho otra cosa que influenciarte, ¿no te das cuenta que te moldea a su antojo?
-Se acabó no tolero que me hables así, además para tu información te diré que ya he firmado mi consentimiento, así que no hay nada mas que hablar.

Se sostuvieron la mirada unos instantes, los ojos de Fernando reflejaban la ira de un animal salvaje. Con la mandíbula tensa, los puños apretados, giró sobre sus talones y desapareció.

Elsa parpadeó varias veces para regresar de nuevo al salón de su enorme y solitaria casa.
Se dirigió al sofá, cogió una manta, se acurrucó, y lentamente saco la carta que guardaba en su bolsillo
Se acerco el documento a los ojos y releyó de nuevo:

“Citación del Juzgado de lo Penal número cinco
Demandante: Sra. Elsa Grijalba Ramiréz
Demandado: Sr. Marcos Romero Alcantara
Acusación de la demanda: Delito contra la salud pública y negligencia profesional
Se cita ha ambas partes el próximo 28 de octubre del presente a las 11:00 horas en la sede de los Juzgados
Cláusulas legales:
En caso de incomparecencia de los demandantes, el caso será sobreseído”

Elsa deja caer la carta al suelo y pulsa de nuevo el “play” del contestador:

¡Sobreseído! Maldita sea Elsa reacciona. Ese canalla no puede salir impune, tienen que condenarlo para que no vuelva a ejercer como cirujano jamás. Por favor piensa en el daño que puede hacer a otras personas ese sádico del bisturí.
¡Elsa! Coge el maldito teléfono.

Junto al sofá, en la pequeña mesilla donde reposa el contestador automático, un sinfín de píldoras desparramadas rodea una botella de whisky y un vaso con hielos.
Con mano firme Elsa se llena el vaso coge una pastilla y hace un brindis al aire.
-Por mi pecho firme como una veinteañera.
Coge de otra píldora y repite de nuevo el ritual
-Por mi abdomen sin un gramo de grasa.
Enumerando una tras otra las operaciones estéticas a las que se había sometido con el prestigioso Dr. Marcos Romero, concluyó su último brindis.
-Por esta mueca de sonrisa ridícula congelada en el tiempo. Por mis ojos tan espectacular mente rasgados que acabó afectando al globo ocular, dejarme sumida en penumbras.

Caso sobreseído.¡Enhorabuena Doctor!

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